Francisco Serrano Velasco, artista pintor nacido en Fernán-Núñez, Córdoba, comienza su carrera a la edad de dieciocho meses, desbancando todas las expectativas de sus padres, los que conscientes de su naturaleza excepcional le proporcionan materiales, libros, estudios y todos los afectos imprescindibles en su desarrollo.
La gestación del artista se ve nutrida y crece ávidamente bajo la cercana tutela de D. Mariano Santa Cecilia y D.ª Mª del Carmen Oguer (profesores y amigos) D. Juan Polo Velasco (maestro y tío 2º) y D. Juan Velasco Moreno (padrino del pintor) que le introduce en el mundo de las Letras y las Artes regalándole el que fuera su primer libro de estudio (Dibujos de A. Giacometti) a la edad de cinco años y al que siguieron muchos.
Poco después de cumplir los dieciocho años, comienza sus primeros estudios artísticos académicos en la Facultad de B.B.A.A. de Sta. Isabel de Hungría en Sevilla. A lo largo de los seis años que permanece en esta ciudad, Paco Serrano produce una cantidad de obra muy superior a la esperada en cualquier estudiante, de una elaboración y técnica más que dignas y dueñas de la difícil sencillez que definen a las empresas esenciales. En esta etapa, su atrevimiento a saber se equipara al de los primeros alquimistas y estudia en profundidad obras, actitudes y vidas de los grandes maestros, sin dejar de lado Literatura y Música, fieles acompañantes del espíritu de su obra:
Busca la magia de Marc Chagall (del que toma el nombre su primer hijo), Gustav Klimt, con el que comparte una delicadeza y elegancia sobrecogedoras, Egon Schiele, Ernst Ludwig Kirchner y Otto Dix, a los que no teme en su expresionismo, James Ensor y Edvard Munch, a quienes rinde continuo homenaje en sus cuadros, Henri de Toulouse-Lautrec, hacedor de la belleza más lúdica, Pissarro o Modigliani, amante incondicional de la mujer.
De este momento son lienzos como “Pie de whisky” inspirado en el poema de Georges Bataille del mismo nombre, o “El suicidio”, obra de un expresionismo arriesgadamente comprometido.
Tras su paso por la Facultad, se abren dos etapas claramente diferenciadas, la primera de ellas, de una plenitud serena y reflexiva que no abandona el entusiasmo creativo (alrededor de 1983) inspirada en la estética decadente posterior a la 2ª Guerra e influenciada por la música de K. Weill , B. Brecht (La ópera de los tres centavos) así como por la “Lulú” de A. Berg, personaje femenino de su cuadro “La Danza”.
Escritores como Antonin Artaud, Oscar Wilde o Albert Camus, de los que era consciente deudor y mejor pagador, reciben sus retratos, cumpliendo la máxima que a menudo citaba “ El artista necesita ardor por ardor”.
En la última etapa de su vida ( a partir del 2000), se pone de manifiesto una obra que desgrana obsesivamente cada una de las miserias de la condición humana como un feroz, doloroso e imprescindible acto de contrición: Estudia todos los estados enfrentándose a ellos cara a cara en sus diarios de dibujos y en sus pinturas, los deja reflejados en la serie de Cabezas Gigantes. En la serie “Boxeadores” así como en el último autorretrato, nos revela su peculiar sentimiento de la lucha por la vida.
Paco Serrano continuó su camino el 1 de diciembre de 2009, dejando tras de sí aquello para lo que vino a este mundo, una obra pictórica rotunda, universal e irrepetible.
Concepción Carrillo Tejada
Cuadro de Paco Serrano. "La Danza" Óleo sobre lienzo.
Diseño de cartel, Marcos Serrano.