domingo, 14 de noviembre de 2010

Linóleo




Aquí os presento a un payaso cordobés que toca el xilófono junto al conservatorio superior de música. Lo hace totalmente al azar sin ritmo ni melodía, y tiene cara de llevar ardiendo unos años.
Le acompaña un perro que presenta un auténtico mapa de costillas en el lomo, y huele desde lejos a sudor, látex y maquillaje.
David Lynch le habría dedicado unos minutos en uno de sus films, yo me limito a hacerle un homenaje y darle de vez en cuando una moneda o dos.

Recuerdo haberlo visto de pequeño con muchas menos arrugas, mucha más motricidad, y mucho menos peso sobre sus hombros. La gente lo rodeaba y le aplaudía. Algo ha tenido que ver en estos años, ya que si alguien se digna a charlar con él, se dará cuenta de que no está bien de la cabeza. "Yo soy un artista, tengo un traje de Fofito en mi armario, mañana lo traeré y me haces fotos.", decía sin atreverse a mirarme a la cara...

El día que este hombre muera, Córdoba no será la misma, pero nadie será capaz de intuir el por qué.

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